Vida de los Santos
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Ramillete espiritual:

El 28 de julio

Santos Nazario y Celso
Santos Nazario y Celso

Santos Nazario y Celso
Mártires
(siglo I)

El padre de San Nazario era un oficial pagano del ejército romano, su madre, en cambio, era una cristiana muy ferviente.

Nazario fue instruido en la fe por San Pedro y sus discípulos. Movido por el celo de la salvación de las almas, partió de Roma y predicó el Evangelio en varias ciudades, con el fervor y desinterés propios de un verdadero discípulo de los apóstoles.

Murió decapitado en Milán, junto con Celso, un joven que le acompañaba en sus viajes.

El martirio tuvo lugar al principio de la persecución de Nerón. Los mártires fueron sepultados en un huerto de las afueras de la ciudad. Poco después del año 395, San Ambrosio descubrió las reliquias. La sangre de Nazario estaba tan roja y fresca como si el santo hubiese muerto aquel mismo día.

San Ambrosio trasladó los cuerpos de los mártires a la iglesia de los Apóstoles, que acababa de construir. Una mujer se vio libre de un mal espíritu en presencia de las reliquias.

Butler, Vidas de los Santos

San Celso

En un población de aquel reino llamada Melia una mujer principal por nombre Marionila, le trajo a Nazario su niño llamado Celso, para que le instruyese y le bautizase. Así lo hizo el santo, y viendo que resplandecía mucho en el jovencito la gracia del señor, se lo pidió a su madre por inseparable compañero de su vida apostólica; y ella aunque era viuda, hizo aquel sacrificio, y encomendó el hijo a san Nazario, el cual le trajo siempre consigo y padeció con él muchos trabajos.

Obraron en la ciudad de Tréveris muchos milagros con que ganaron innumerables almas a Jesucristo; mas arrestados los dos y puestos en la cárcel, fueron condenados a muerte, y para ello los arrojaron en la confluencia de dos ríos Sarra y Mosela; pero al tiempo que los ministros del tirano pensaban que los dos santos habían ido al fondo, los veiron andar sobre las aguas, con grande admiración y movidos de este prodigio los veneraron y tomaron por maestros, recibiendo de su mano la fe y el bautismo.

Con esto, viéndose libres, volvieron a predicar por las ciudades de Italia, y vinieron a parar a Milán, donde fueron presos del mismo presidente Anolino, el cual habiéndolo primero consultado con el emperador Nerón (por ser Nazario ciudadano romano y hombre principal) los mandó conducir a la plaza mayor de la ciudad, donde fueron juntamente degollados, siendo aquella su preciosa sangre fecundísima semilla de gran número de fieles y mártires que dio al cielo aquella bendita tierra.

P. Francisco de Paula Morell, s.j., Flos Sanctorum de la familia cristiana, Buenos Aires, Libreria editorial Santa Catalina, 1949.