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Ramillete espiritual:

El 4 de septiembre

Santa Rosa de Viterbo
Santa Rosa de Viterbo
O.D.M. pinxit

Santa Rosa de Viterbo
Virgen
(1240-1258)

Los biógrafos de Santa Rosa, que nació en Viterbo (Italia) en 1234, de modesta familia, dudan mucho de la veracidad de los prodigios que se le atribuyen desde cuando tenía tres años de edad. En una biografía, llamada Vida II, del 1457, se cuenta, por ejemplo, que cuando la niña tenía tres años resucitó a una tía materna, transformó unos panes en rosas, recompuso milagrosamente una jarra de barro que se había roto. También se le atribuye una actividad de pequeña predicadora, tan pequeña que tenía que subirse a las pilastras de la plaza.

En cambio, es más creíble el fragmento de la primera Vida, un documento de la época, por el cual sabemos que entre la noche de un jueves (del 1244 o 1250) y la antevíspera de la fiesta de San Nicolás, Rosa tuvo una visión que determinó su entrada a la Tercera Orden franciscana. Primero se le aparecieron almas de difuntos y después la Virgen, que la invitó a ir donde la superiora local de la Tercera Orden, que debería hacerle vestir el hábito de las Terciarias y acompañarla a visitar tres iglesias como señal de su consagración a Dios.

Desde ese día comenzó Rosa su "predicación", o, más exactamente, las exhortaciones que la jovencita hacía a sus conciudadanos para que cumplieran la obligación de la penitencia y (le la fidelidad a Dios y a la Iglesia, cuya unidad estaba turbada por la proliferación de varias herejías y por las sangrientas luchas civiles. Las exhortaciones de Rosa fueron interpretadas en sentido político y como abierta oposición al emperador Federico II, y por eso Mainetto de Bovolo mandó al destierro a toda la familia de Rosa.

El destierro fue duro pero parece que duró poco por la muerte del emperador, anunciada por Rosa. Cuando regresaba y se encontraba en Vitorquiano, la joven obtuvo la curación de una ciega llamada Delicada y la conversión de una obstinada hereje, sometiéndose a la prueba del "juicio de Dios". De regreso a Viterbo, Rosa pidió en vano ser admitida entre las monjas de clausura de la Orden fundada por Clara de Asís.

No se sabe nada de su muerte, acaecida a la edad de dieciocho años. Su cuerpo fue colocado sin féretro debajo del pavimento de la iglesia de Santa María del Poggio y ahí permaneció dieciocho meses. En el primer reconocimiento fue encontrado intacto y así se conservó durante siglos, y cuando hubo un incendio y se quemó el féretro en donde más tarde se lo había colocado, su cuerpo quedó ennegrecido pero no quemado. Los milagros obtenidos por intercesión de Rosa hicieron que se le concediera el título de santa, aunque nunca se haya hecho su canonización oficial.

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