Ramillete espiritual:
El 25 de agosto
María Soledad Micaela Desmaisieres y López de Dicastillo, a menudo llamada Madre Sacramento porque fundó una orden de religiosas consagradas especialmente al Santísimo Sacramento.
Nació en Madrid el 1 de enero de 1809, en una época de agitación política. De los nueve a los doce años, fue alumna de las Ursulinas de Pau, en Francia. A los trece años, perdió a su noble padre, general del ejército real.
Su vida se dividió entre los deberes religiosos, que la atraían, y los sociales, que implicaban viajes, fiestas y visitas. En 1844, cuando visitó el Hospital de San Juan de Dios de Madrid, vio con compasión las jóvenes que llevaban una vida desordenada, y en 1845 fundó una escuela para la reeducarlas. En enero de 1849 tomó la dirección del colegio y le dio un nuevo impulso.
En 1847 resolvió vivir sólo para Dios, y en París, ese mismo año, en Pentecostés, recibió la gracia mística de la unión con Dios.
Se sintió atraída de ardiente amor a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, así como a un apostolado en favor de la juventud femenina de Madrid. Hasta 1856 se dedicó a la escuela que había fundado allí, y luego fundó el Instituto de Religiosas Adoratrices… Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad.
Fue dirigida por San Antonio María Claret durante varios años después de 1857; y las fundaciones se multiplicaron. Promovió y animó diversas obras apostólicas para laicos: las Conferencias de San Vicente de Paúl para los niños de las escuelas públicas; aconsejó a las Hermanas del Amor de Dios de Zamora, a petición de su fundadora.
Su Instituto del Santísimo Sacramento fue aprobado definitivamente un año después su muerte.
El 24 de agosto de 1865, murió víctima de su caridad con los víctimas del cólera en Valencia.
Para Madre Sacramento, la consagración religiosa es un servicio de amor. El religiosa está a disposición de Dios para procurar su gloria; y Dios se entrega a ella, como ella se ha entregado a Él. Por Dios ella ama el sufrimiento como prueba de amor. La Fundadora, en los últimos cuatro años de su vida, hizo el voto excepcional de elegir lo que le parecía más perfecto, en la práctica de sus votos de pobreza, castidad y obediencia; este voto exige una entrega total y heroica de sí misma.
Fue beatificada en 1925 y canonizada el 4 de marzo de 1934 por el Papa Pío XI.