Ramillete espiritual:
El 15 de abril
Por su nombre y apellidos completos apenas se le reconoce, pero llamándole simplemente san Telmo en seguida se recuerda a un santo de gran devoción entre la gente del mar, que dicen ver su figura en las ráfagas luminosas que aparecen durante las tormentas sobre los mástiles.
Nació en la villa de Frómista, cerca de Palencia, por el año 1180 de padres muy cristianos y de familia distinguida. Fue bautizado en la parroquia de San Martín y le impusieron el nombre de Pedro González, aunque después será conocido por Telmo, ya que todos los que de una u otra manera trabajan en el mar lo tomarán como Patrón y poderoso Intercesor ante el Señor, y había que abreviar.
Hizo brillantes estudios en la universidad de Palencia y, bajo la protección de su tío el obispo, se ordenó sacerdote para ser al cabo de poco tiempo canónigo y deán.
Los historiadores más antiguos nos lo pintan como "mancebo gentil y donairoso, de recio temple y muy dado a la ostentación". Éstas eran buenas credenciales para medrar en la carrera eclesiástica que había abrazado y en cualquiera otra que se propusiera. El mundo y el porvenir, digamos también la suerte, le acompañaban.
Al parecer, un eclesiástico de rumbo, fastuoso y presumido hasta que un día de Navidad, cuando formaba parte de una cabalgata entre la admiración de los palentinos, su caballo resbaló en la nieve, y él, envuelto en sus galanos arreos, acabó en el fango en medio de la rechifla general.
Este episodio de vanidades humilladas, en el que la arrogancia y su lujo tienen una especie de camino de Damasco, le hizo reflexionar, ingresó en un convento de dominicos y, una vez convertido en el más humilde de los frailes, fue por obediencia un gran predicador itinerante de su orden.
El rey Fernando III el Santo lo lleva como capellán castrense hasta Córdoba, durante tres años.
Predica en Castilla y León. Siendo prior del convento de Guimaraes en Portugal recibe como dominico a San Gonzalo de Amarante. Desde Asturias a Aragón y Galicia el pueblo acoge su apostolado, lo mismo en las rías gallegas, frente a una violenta tempestad, que en las orillas fluviales de la Ramallosa y Rivadavia.
Al fin se asentó en Tui, donde murió agotado y lleno de méritos el 15 de Abril de 1246, lunes de la segunda semana de Pascua, cuando intentaba peregrinar a la tumba del Apóstol Santiago en Compostela.
Su tumba en la catedral de Tui obró infinitos milagros, y en la memoria popular este gran taumaturgo se permite aún la ostentación eléctrica de los resplandores con los que el santo se hace presente cuando corren peligro los que navegan.
Es patrono de la ciudad de Tui y de la Diócesis de Tui-Vigo, en donde se celebra su fiesta el lunes de la segunda semana de pascua.
Texto de: la Parroquia "Sagrada Familia" ( Diócesis Tui - Vigo - España )