Ramillete espiritual:
El 29 de septiembre
El 8 de mayo, la Iglesia honra al Arcángel Miguel en recuerdo de su aparición en el monte Gargan. La fiesta del 29 de septiembre se estableció poco después para recordar la Dedicación de la Basílica construida por la orden y en honor del glorioso Arcángel, en el mismo lugar de esta aparición.
Con San Miguel, la Iglesia honra en este día a todos los ángeles buenos, de los que fue líder y modelo en el día de la rebelión de Lucifer y los ángeles malos. Según nuestros Libros Sagrados, se dividen en nueve Coros y tres Jerarquías: los Ángeles, los Arcángeles y las Virtudes; las Potencias, los Principados y las Dominaciones; y, aún más arriba, los Tronos, los Querubines y los Serafines. Su ocupación es contemplar a Dios, amarlo, alabarlo y cumplir Su Voluntad para la guía del universo y para la salvación de los hombres. Por lo tanto, vemos que se les confían diferentes misiones en la tierra, a individuos, familias, parroquias, diócesis, reinos y toda la Iglesia.
Los que la Escritura menciona en particular son, además de San Miguel, el Arcángel Gabriel, a quien parece haberse confiado el cuidado de todo lo que concierne al misterio de la Encarnación, y el Arcángel Rafael, que tan maravillosamente condujo y trajo de vuelta al joven Tobías. - San Miguel fue hecho no sólo Príncipe de los Ángeles, sino también Príncipe de las almas que han de llenar los lugares que quedaron vacíos por la caída de los demonios. Su nombre marca su fidelidad, pues significa: ¡Quién es como Dios!
Los santos le atribuyen la mayoría de las apariciones mencionadas en el Antiguo Testamento. Fue él, dicen, quien detuvo la mano de Abraham, dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac; fue él quien se le apareció a Josué y lo hizo dueño de Jericó por la caída de sus torres y murallas; fue él quien condujo el arca de Noé sobre las aguas del diluvio; Fue él quien luchó con Jacob y lo bendijo; fue él quien dio la ley a Moisés en el monte Sinaí; quien hizo a David victorioso sobre Goliat y lo preservó de la persecución de Saúl, etc. Fue el protector de la Sinagoga; es el protector de la Iglesia.
La historia registra tantas maravillas de este sublime Ángel que no se puede dudar de que es, en los designios de Dios, uno de los principales instrumentos de su poder y bondad. La ayuda que Francia ha recibido a menudo de él hace que se le considere como el protector especial de este reino.
Traducido del francés: Abbé Léon Jaud, Vie des Saints pour tous les jours de l'année, Tours, Mame, 1950