Ramillete espiritual:
El 18 de julio
«Quisiera dar mil veces mi vida por Jesús. Jamás seré apóstata. Si queréis, podéis matarme. Mi deseo es morir por Dios». Así proclamó ante los jueces que «era cristiano y que estaba dispuesto a morir por su Señor» un cristiano llamado Lorenzo Ruiz, padre de familia nacido en Manila, de padre chino y madre tagala. Fue martirizado el 18 de octubre de 1637, en Nagasaki (Japón).
Lorenzo encabeza la lista de 16 mártires de diversas edades y condición, pertenecientes o asociados a la Orden de Santo Domingo (dominicos). La lista estaba compuesta por dos Hermanos coadjutores, dos religiosos, tres laicos, entre ellos Lorenzo, y nueve sacerdotes. Entre estos últimos se encontraba el jefe de la misión, un dominico español, originario de León, Padre Antonio González. Un total de 16 que juntamente con otros muchos contribuyeron a difundir la fe cristiana en Filipinas, Formosa e Islas del Japón.
Desde que san Francisco Javier arribó al Japón en 1549, el cristianismo fue creciendo paulatinamente. Cincuenta años después de su muerte eran ya varios miles de cristianos. A lo largo de los ss. XVI-XVII se sucedieron con más o menos intensidad persecuciones en los años de 1597, 1617, 1622, 1624, 1626, 1629 y de 1632 a 1637. De esta última persecución son los mártires aquí reseñados. El total de ellos en todas las persecuciones supera los 200.
Fueron canonizados el 18 de octubre de 1987. «Rindieron a Dios el más grande acto de adoración y de amor, derramando su sangre en comunión con el sacrificio de Cristo. Nos enseñan que ser cristiano significa entregarse todos los días a sí mismos como respuesta a la ofrenda de Cristo».
Diccionario de los Santos, Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra), 1998