Ramillete espiritual:
El 20 de febrero
Según su biógrafo, que parece haber sido un contemporáneo, San Euquerio llevó desde la niñez vida de santo. Nació en Orléans y entró en la abadía benedictina de Jumiéges, hacia el año 714. Seis o siete años después murió Soavarico, el obispo de Orléans, que era su tío, y el senado, el pueblo y el clero de la ciudad, enviaron una diputación al mayordomo de palacio, Carlos Martel, para pedirle permiso de elegir, a Euquerio como obispo de la ciudad. Carlos Martel dio su consentimiento y envió a uno de sus oficiales para escoltar al santo desde el monasterio hasta Orléans.
Euquerio se resistió a aceptar en un principio, rogando a sus monjes que le retuviesen para salvarlo de los peligros que le amenazaban en el mundo. Pero los monjes le exhortaron a vencer su repugnancia y a anteponer el bien del pueblo a sus propios deseos. Euquerio fue consagrado en 721 y, a pesar de la repugnancia con que había aceptado el cargo, fue un pastor ejemplar y se entregó en cuerpo y alma al bien de su grey, que le dispensó gran cariño y veneración.
Sin embargo, el favor de Carlos Martel no duró mucho tiempo. Dicho príncipe tenía por costumbre apoderarse de las rentas de las iglesias, animando a otros a hacer lo mismo, para pagar los gastos de sus guerras y recompensar a sus servidores. San Euquerio se opuso abiertamente a tales confiscaciones y los malos consejeros hicieron creer a Carlos Martel que la intención del obispo era la de ofenderle. El año 737, cuando el mayordomo volvía a París, después de haber derrotado a los serracenos en Aquitania, entró en Orléans, mandó a Euquerio que le siguiese hasta Verneuil-sur-Oise y desde ahí le desterró a Colonia.
La piedad y el agradable carácter del santo le ganaron tanta popularidad en aquella ciudad, que Carlos Martel le mandó trasladar a una fortaleza de las proximidades de Lieja y le puso bajo la vigilancia directa del gobernador del distrito. Pero el obispo ganó de nuevo a todos, y el gobernador le nombró limosnero y le dio permiso de retirarse al monasterio de Saint-Trond, cerca de Maestricht, donde Euquerio pasó el resto de su vida en oración y contemplación.
Butler, Vidas de los Santos