Ramillete espiritual:
El 9 de febrero
San Cirilo Alejandrino es sin duda uno de los Padres y Doctores más egregios de la Iglesia. Los Papas, tanto Celestino I, en su tiempo, como todos los demás hasta los de nuestros días, Pío XI y Pío XII, han cantado sus egregias cualidades como acérrimo defensor de la auténtica fe cristiana contra Nestorio que intentaba profanarla.
Le han llamado: "Invicto asertor y sapientísimo doctor de la divina maternidad de la Virgen María, de la unión hipostática del Verbo y del Primado del Romano Pontífice". "Luminar de cristiana sabiduría y atleta de apostólica fortaleza". "Sacerdote digno de la máxima aprobación". "Caudillo de la Ortodoxia. "Papa de Alejandría". "Juez del orbe de la tierra". "Doctor del dogma de la Encarnación". "Buen defensor de la fe católica". "Hombre apostólico"...
Nació en Alejandría y era sobrino del prepotente patriarca Teófilo. Durante su juventud - nace a finales del siglo IV - frecuenta las mejores escuelas de su tiempo. En ellas profundizó en la teología y sagrada Escritura.
De muy joven vistió el hábito de los solitarios de Nitria y fue educado en las virtudes monacales por el abad Serapión. Llevó una vida muy mortificada y entregado a la oración hasta que su tío, el Patriarca, le encomendó la tarea de predicar la Palabra de Dios, que por cierto lo hacía con extraordinaria maestría y gran fruto espiritual. Pero no le llenaban los halagos del mundo ni los honores eclesiásticos, aunque estos siempre le buscarían a él. Solía decir: "Mi más ardiente deseo, mi única ambición, es padecer y morir por la fe de Cristo... Ningún insulto, ninguna persecución, ninguna contumelia, me conmueve con tal que la fe resulte sana y salva. Por la fe de Cristo y por lo que El ha hecho por mí he decidido ir al encuentro de cualquier clase de trabajo que me pueda sobrevenir y estoy dispuesto a soportar cualquier clase de tormento que el Señor me tenga preparado...". Bien necesitaría todas estas disposiciones y el don de fortaleza, porque le esperaban grandes fatigas por la causa de Jesucristo que ahora él no podía vislumbrar. Pero su recia formación y su extraordinaria virtud estaban dispuestas para arrostrar toda clase de embestidas del enemigo.
Las herejías pululaban en su tiempo y había que erradicarlas a toda costa. Cirilo fue el hombre providencial para acabar contra los novacianos y, sobre todo, los nestorianos, que intentaban infeccionar la ortodoxia de la fe cristiana con sus solapados errores.
El año 412 fue un año señalado para Cirilo ya que fue elegido Cabeza de la Iglesia de Alejandría.
Sobre todo, su fama se haría inmortal en su lucha por defender la TEOTOKOS, la Madre de Dios. La lucha se hizo ya pública: Nestorio defendía que la Virgen era Cristotokos y no Teotokos, Madre de Cristo, pero no madre de Dios. Cirilo y con él toda la ortodoxia y tradición de la Iglesia defendían a Teotokos. Cirilo quiere convencer a Nestorio con afecto fraternal, pero el heresiarca no cede. Por fin el Papa Celestino I convoca el Concilio de Efeso, III de los Universales. Cirilo ha escrito ya sus famosos Anatematismos. Los Padres Conciliares quedan admirados de la sabiduría y santidad de Cirilo. Todos a una confirman la doctrina que él propone y rezan mientras son llevados en volandas por los fervorosos efesianos: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...". Este gran defensor de la fe moría el año 444 llorado por todos los diocesanos.