Ramillete espiritual:
El 20 de agosto
"El hombre que se enamoró de Dios". "El gran amante". "El reformador del Císter". "Cuando Bernardo de Claraval escribe y moja su pluma en la sangre de su corazón, un lector penetrante puede llegar a sentir su pulso". "El amado de María". "El cantor de María". "El ojos grandes". Todo esto se ha dicho y muchas más cosas de este gran hombre que influyó en la Iglesia de la Edad Media más que los reyes y Papas de su tiempo.
Estos eran los lemas que se eligió para sí y que encierran toda su rica vida y espiritualidad: "Alcanzar a Cristo". Una vez que abandonó el mundo ya nada le importaba más que esto: Ser todo de Cristo, y sólo para Él. "Absortos en Cristo" Era un alma profundamente contemplativa. Pasaba horas y horas ensimimado en Dios y en las obras de la naturaleza que le llevaban a Dios. "Pendientes de Cristo". "Conscientes de Cristo". Estos lemas eran para él y para su hermana Humbelina a quien amaba con toda su alma. Él sabía muy bien que su misión no era otra que la de continuar la obra comenzada por Cristo en su alma al abrazar la vida del Císter. Estos lemas y este otro que algunos le atribuyen "El loco por Cristo", le servían como de espuelas para amar más y más al Señor y servir a los hermanos. Bernardo era el hombre que se enamoró de Dios, el hombre de alma ardiente. Fue caudillo de nacimiento. Era un huracán. Magnetizando a cuantos le trataban.
"Aquí estarás encerrado hasta que pase Bernardo" -"Escóndete, que no te vea Bernardo". Así hablaba la esposa a su marido, la joven a su novio y las madres a sus hijos. Tal era el imán que despedían aquellos ojos grandes y aquella palabra arrebatadora de corazón enamorado. A todos los arrastraba a su Monasterio. Arrastró a sus hermanos, a su cuñada, a su sobrina, a su madre... Tescelín el Moreno y la dulce y encantadora Alicia fueron bendecidos por el Señor con siete hijos: Guido, Gerardo, Bernardo, Humbelina, Andrés, Bartolomé y Nivardo. Todos serán Santos o Beatos. Este santo matrimonio -los dos son venerables y beatos-, supieron educar cristianamente a sus hijos: El primero en ser llamado fue Bernardo. Él fue quien uno a uno fue arrastrando a todos hacia el claustro. Bernardo estaba dotado con todos los dones que puede envidiar una persona: Tipo elegante, inteligencia despierta, simpatía arrolladora, corazón ardiente. Por ello no era raro que las mujeres se desvivieran por él. A una de estas tentadoras le atajó diciendo: "No, tú eres sólo apariencia, yo estoy buscando algo más duradero y veraz. Tus lisonjas son vanas y después dejan una huella de pena en el alma y en el cuerpo. Yo voy buscando la verdadera alegría, la verdadera dicha que no está en ti".
Bernardo fue el verdadero reformador de la vida religiosa y hasta cristiana de la Edad Media. La acción de Bernardo no se limitó a sus conventos, sino que llamó la atención a reyes, príncipes y Papas cuando vio que no iban por buen camino. Estos mismos jerarcas acudían a él sabedores de que siempre les diría la verdad.
Bernardo supo hermanar como pocos a María y Marta del Evangelio en sí mismo. Era contemplativo donde los haya y celoso apóstol como ninguno: predicó Cruzadas, dirigió batallas, pasó largas horas en oración. Amaba a Jesús con toda su alma: "Jesús es miel en la boca, melodía al oído y júbilo en el corazón". Amó tiernamente a María como pocos lo hayan hecho: El Acordaos, el final de la Salve, el "En las angustias invoco a María"... Cantor como pocos de las glorias de la Madre del cielo. Moría el 1153. Había nacido el 1090.