Ramillete espiritual:
El 3 de mayo
Luego que el invicto emperador Constantino tuvo la inefable dicha de ver en el cielo aquella brillante cruz con la inscripción que decía: «Con esta señal vencerás», se inflamó tanto su devoción al sacrosanto sigilo de nuestra redención, que puso el mayor cuidado en hacerlo respetar de todo el imperio.
Inspirada del Cielo, visitó Santa Elena, su madre, los Santos Lugares, con el fin de adquirir el precioso madero en que fue redimido el linaje humano. En la excavación que mandó practicar halláronse tres cruces, conociéndose la de Jesús por los repetidos prodigios que a su contacto se obraron, como fue la curación instantánea de una mujer enferma desahuciada y la resurrección de un muerto.
Santa Elena edificó allí mismo un suntuoso templo, donde dejó parte de la Santa Cruz, remitiendo a su hijo otra con los clavos y titulo que hoy se veneran en Roma, y en la iglesia de Santa Cruz en Jerusalén.
En España es tan antigua la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, que se celebraba ya en el siglo VII. En el santuario de Liébana se venera un brazo entero de la Santa Cruz, traído de Jerusalén por Santo Toribio, obispo de Astorga, a su regreso a España.