Ramillete espiritual:
El 8 de mayo
Entre varias apariciones que de San Miguel se leen en las historias eclesiásticas, la más señalada es la que hoy celebra la Iglesia, y que sucedió en tiempo del papa Gelasio I, en el monte Gargano, en el reino de Nápoles, y fue de este modo: Un toro se extravió de una vacada. Buscáronle, y al fin le hallaron dentro de una cueva. Bisparáronle una flecha, y la flecha se volvió contra el agresor. Turbáronse todos, creyendo se trataba de algún oculto misterio, por lo cual acudieron al obispo de Siponto para que lo declarase.
El obispo mandó ayunar y hacer oración por tres días para invocar la gracia del Señor, y al cabo de ellos se le apareció San Miguel, declarándole que aquel lugar donde se había recogido el toro estaba bajo su tutela, y que la voluntad de Dios era que allí mismo se fabricase un templo en honra suya y de todos los ángeles. El obispo, con su clero y pueblo, se fue a la cueva, y, celebrando en ella los divinos oficios, la consagró en honra de San Miguel, obrando Dios después grandes milagros en aquel sitio. Sucedió esta aparición el día 8 de Mayo año de 492.