Ramillete espiritual:
El 23 de octubre
«Dios amó tanto al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.» (San Juan 3, 16-21)
«El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que había perecido.» (San Lucas 19, 10)
«Tú, Señor, eres nuestro Padre y nuestro Redentor; tal es tu nombre desde siempre.» (Is. 63, 16)
«Sálvanos, Señor Dios nuestro, y recógenos de entre la naciones, para que confesemos tu santo nombre, y nos gloriemos en tus alabanzas.» (Salm 105, 47)