Vida de los Santos
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Ramillete espiritual:

El 1 de enero

El Padre Eterno, O.D.M.
El Padre Eterno
O.D.M. pinxit

Fiesta del
Padre Eterno

Toda la vida del Padre en la Santísima Trinidad es "hablar" a Su Hijo, Su Palabra, engendrar, por un acto único, simple y eterno, un Hijo semejante a Él, al que comunica la plenitud de Su ser y de Sus perfecciones. En este Verbo, infinito como Él, en esta Palabra única y eterna, el Padre no cesa de reconocer a su Hijo, su propia imagen, el esplendor de su gloria. -- Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Estas palabras, pronunciadas en el Tabor, en la Transfiguración, son la mayor revelación que Dios ha hecho a la tierra; son como un eco de la propia vida del Padre. El Padre, como Padre, vive para engendrar a su Hijo; esta generación no tiene principio ni fin. En la eternidad veremos con asombro, admiración y amor esta procesión del Hijo engendrado en el seno del Padre, procesión que es eterna: Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado. Este hoy es el presente de la eternidad.

Es algo excelente en la vida espiritual tener este testimonio del Padre siempre presente, por así decirlo, a los ojos del corazón. Nada apoya nuestra fe con tanta fuerza. Y entonces digamos: "Sí, Padre, lo creo, quiero repetirlo después de Ti: este Jesús que está en mí por la fe, por la gracia, por la Comunión, es Tu Hijo; y porque Tú lo has dicho, yo lo creo. Y porque lo creo, adoro a Tu Hijo, para rendirle mi homenaje; y por Él, en Él, rendirte también a Ti, oh Padre celestial, en unión con Tu Espíritu, todo honor y toda gloria." Tal oración es sumamente agradable a nuestro Padre celestial, y cuando es verdadera, pura, frecuente, nos hace objeto del amor del Padre. Dios nos envuelve en esas indulgencias que toma en su propio Hijo Jesús. Nuestro Señor mismo nos dice: El Padre os ama porque habéis creído que he venido de Él, que soy su Hijo. Y ¡qué felicidad para un alma ser objeto del amor del Padre, de este Padre "de quien desciende todo don perfecto" que alegra los corazones!

Traducido del francés: Dom Marmion