Beato Juan Descalzo
Religioso Franciscano
(1280-1349)

El Beato Juan el Descalzo nació cerca de Quimper, Francia. Fue un trabajador en su juventud, haciendo y erigiendo cruces, construyendo puentes y arcos; el trabajo útil para la gloria de Dios o para el bien del prójimo era lo que más le agradaba. Sin embargo, Dios le llamó más alto, y a fuerza de perseverancia pudo aprender y recibir el sacerdocio. A partir de entonces, su vida fue muy austera; ayunaba tres veces por semana a pan y agua, visitaba a los enfermos y a los pobres, y fue objeto de veneración universal.

Durante trece años fue párroco en su diócesis; nunca utilizó caballo; siempre iba a pie y sin zapatos, de donde le vino el nombre de Dechaussé. Su vida pobre le habría permitido ahorrar dinero, pero los pobres recibían todo lo superfluo y a veces incluso lo necesario. El santo sacerdote ingresó entonces en la Orden de San Francisco.

En el convento de Quimper, el hermano Jean pronto se mostró como el más humilde y mortificado de todos. El espíritu de pobreza le hizo coger las ropas más viejas, que él mismo remendaba. Como no tenía nada que dar, solicitaba a los ricos y a través de ellos aliviaba a los miserables. Se levantaba todas las noches mucho antes que los demás, y a menudo pasaba noches enteras deleitándose en la oración. El demonio le hacía a veces una guerra terrible; pero el santo religioso, confiando en Dios, mostraba su desprecio al tentador, llamándole por el nombre de perro, y ahuyentándole con unos gritos del alma tomados de los salmos. Su mortificación era espantosa; salvo cuarenta días al año, ayunaba continuamente, normalmente a pan y agua; durante dieciséis años no probó ni la carne ni el vino. Se dedicó al servicio de los apestados, ofreció su vida a Dios como sacrificio y murió de la terrible peste.

Traducido del francés: Abbé L. Jaud, Vie des Saints pour tous les jours de l'année, Tours, Mame, 1950